martes, 18 de noviembre de 2008

¡El tan anhelado texto!

Los jóvenes caleños ocupan su tiempo libre con actividades que suelen ser las mismas, tales como, ver películas comerciales, asistir a conciertos de un solo género, ir a los clubs del momento, entre otras.
A pesar de que el gobierno brinde los espacios para tener más opciones a la hora de elegir un plan, todavía no hay suficiente público que asista y adopte estos nuevos eventos como un estilo de vida.
Existen múltiples razones o, mejor aún, pretextos para justificar esta situación. Tanto así, que la mayoría de ciudadanos coinciden en las respuestas. Sin embargo, aquí sólo contaré aquellos motivos que la experiencia y la investigación me permitieron dar.

Para empezar, podemos decir que existe una carencia en cuanto al significado de cultura, y esto ha hecho que se malinterprete el término. Dicho malentendido, si lo podemos llamar así, no sólo ocurre en Cali, sino en todas las ciudades de Colombia, pues a lo largo del tiempo, se ha difundido con el mismo análisis. Hagamos un breve recorrido histórico. En la época griega, la cultura era accesible para aquél que fuera ciudadano, y para ser considerado como tal, era requerido ser propietario, no ser esclavo ni mucho menos mujer. Además de esto, el concepto era basado en la filosofía y todas las formas de investigación, así que las actividades artesanales y/o manuales no se tenían en cuenta. Más adelante en la Edad Media, se preservó parte de los griegos pero consideraban que la institución religiosa debía sugerir y restringir los contenidos de creatividad. Siguiendo la misma línea, en el Renacimiento, la cultura era la formación del hombre para que viviera de un modo mejor y más perfecto, el camino para lograrlo era la religión. Sin embargo todavía se preservaba el carácter aristocrático. Podemos terminar nuestro recorrido con la época de la ilustración donde la enciclopedia fue la encargada de promover aparte de las artes liberales, las ciencias y disciplinas históricas. De esta manera vemos que a través del tiempo se ha tratado de darle un sentido a dicho término y gracias a eso, hoy día podemos hablar de una “cultura relativa”, es decir, no podemos dirigirnos a ésta como algo “universal”, ya que, depende de factores como el lenguaje, símbolos, productos, modos de vida y casos sociales que caractericen a una comunidad en particular. Por eso, la cultura occidental desarrolló sistemas formales de educación para difundir a través de las generaciones, aquellas manifestaciones artísticas, sociales, políticas y económicas con el objetivo de preservar una identidad característica. Es aquí donde identificamos cierta falla, pues en el caso de Cali, la educación se limita a enseñar aspectos básicos de la ciudad, y deja en un segundo plano a puntos tan importantes como la recreación y motivación artística. Aunque en este momento los entes políticos estén brindando ese espacio para los jóvenes, éstos no participan porque dentro de su formación, no lo ven como prioridad.
Identificada esta causa, también sentimos que la falta de “conciencia cultural” ha hecho que gran parte de los jóvenes tomen una actitud de indiferencia frente al tema. Para mostrar un ejemplo analicemos el intervencionismo urbano. Encontrar imágenes, escritos y demás expresiones artísticas callejeras sin autor definido, son formas de representar el intervencionismo. Sin embargo, las personas no logran valorar del todo dichas obras pues en vez de darle un sentido o buscar el por qué fue creado, simplemente lo califican como un acto vándalo. Entonces, si no somos capaces de comprender estas expresiones significa que nuestra mente no está educada para interpretar y ver con otros ojos las actividades un tanto particulares.
Por otro lado, los medios de comunicación han afectado la difusión de actividades alternas y novedosas entre la comunidad juvenil, ya que, se han encargado de hacer publicidad y transmitir información sólo con aquellos eventos lucrativos que les generen ingresos, exigiendo las mismas condiciones de dinero a los no tan llamativos. Como consecuencia, los pocos espacios para encontrar diversidad quedan, en la mayoría de los casos, ocultos y el resto de la comunidad no se entera de las opciones que tiene, terminando entonces por acoplarse a lo que le ofrecen. Aunque tampoco podríamos generalizar. Existen personas preocupadas por rescatar aquello que no se ve. Tal es el caso del periódico independiente “Cali Cultural” que informa a la comunidad caleña acerca de todas las actividades culturales que se realizan mensualmente. Aunque estas oportunidades son valiosas para la escena independiente de la ciudad, no son suficientes para llegar al público joven, porque si no hay voluntad para asistir, mucho menos para estar informado.

Si bien a la mayoría de caleños les hace falta ser conscientes y críticos a la hora de aprovechar el tiempo libre, no todos son así. Existe una parte de la población que ha logrado entender la importancia de conocer otras maneras de recrearse y encontrar una identidad cultural que los caracterice dentro de la ciudad y el país. Cada vez vemos como se incrementa la participación a estos eventos, y debe ser que este grupo de personas han interpretado por el camino correcto, el significado de cultura.
Sin embargo no es suficiente. Se supone que todos deberíamos de estar en iguales condiciones y no estoy diciendo que, como uniformes de colegio, debamos lucir de cierta manera y seguir las mismas tendencias, sino adoptar las que de alguna forma nos satisfacen y comprender la esencia de las otras.
Una manera de lograrlo es por medio de la educación, pero ¿quiénes son los encargados de eso? Esta bien, puede que los padres de familia ocupen gran parte de esta formación, pero ¿qué ganamos con difundir de generación en generación ideas que están malinterpretadas? Es ahí cuando el poder que rige nuestra sociedad debe prestar atención e invertir económica y socialmente a estos temas, enseñando la importancia que tiene.
Ahora veamos desde otro punto de vista. Si hay eventos alternos dentro de la ciudad, significa que nuestros representantes políticos están al tanto de la situación y han destinado ciertos fondos para que estos se realicen. Pero en cuanto a la educación, qué cambios hemos visto, cuánta relevancia le han dado al problema y qué tantos recursos se han destinado. Suponemos entonces que, a este aspecto le hace falta que le den la importancia del caso, pues somos los jóvenes la cara de la ciudad, y los encargados de pasar nuestra identidad cultural a las generaciones que vienen.

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